Somos únicos. La especie humana y su complejo ADN, huella dactilar que condiciona nuestro destino.
Color de ojos, tipo de piel, tendencia a fracturas o problemas digestivos son algunas de las particularidades que marca nuestro mapa genético. Cualquier patología puede englobarse en lo que se conoce como grupos terapéuticos y es en ellos donde encontramos el arsenal farmacológico comercializado para su tratamiento. Pero a veces, estas propuestas pueden no ser suficientes o quedarse incompletas.
De hecho ese es el proceso que siguen los laboratorios para justificar la fabricación de un nuevo producto. Pero estas excepciones son las que justifican la existencia de la formulación magistral y su papel primordial frente a tratamientos huérfanos.
Aunque el camino fácil ya esté trazado, siempre los nuevos retos por descubrir son más difíciles y arriesgados. No hay mayor satisfacción que el agradecimiento obtenido por el trabajo bien ejecutado y resuelto de manera satisfactoria.
Uno de los retos del farmacéutico en este campo es el HSA (Hágase según arte). Siempre que sea química y galénicamente posible podemos considerar cualquier modificación para adaptarnos a las necesidades del paciente (emulsiones más espesas, cápsulas más fáciles de deglutir o jarabes con sabor agradable).
Formulando nueva dosis informativa