Cuando los decibelios entran en juego la cosa se complica…Vivimos en un mundo, inmerso de ruidos y sonidos, en el que pocas veces podemos oír y mucho menos escuchar. Una paradoja en la que ruidosamente nos vamos llenando de silencios.
El sonido inarticulado, sin ritmo ni armonía, estridente y prolongado no nos permite escuchar lo que el silencio quiere contarnos; y es que estar callados en vez de hablar, algunas veces, es nuestra mejor opción.
Aprendamos a convivir con el silencio, escuchemos nuestra voz interior.
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Formulando nueva dosis informativa