Dormir; esas siete u ocho horas perdidas en las que no sabemos lo que hacemos, como nos comportamos o si las gestionamos de manera adecuada. En ellas, la mayoría de las veces, desconocemos nuestros hábitos y es que, saber cómo dormimos es crucial para nuestro día a día.
Standby relativo donde los procesos bioquímicos siguen funcionando, además un cerebro dormido no descansa puesto que fija los recuerdos y se prepara para adquirir nuevos conocimientos.
Aunque muchas veces los sueños sean incoherentes otras nos sirven para resolver enigmas, dilucidar problemas o dar soluciones. Ya lo dice la sabiduría popular: consultar con la almohada tiene su lógica.
Dormir poco o mal compromete nuestro estado de salud, nuestras emociones e incluso las relaciones personales. Esta herramienta es una cura intensiva física, psíquica y emocional, regalo de la evolución para favorecer nuestro aprendizaje.
Afrontemos las mañanas como merecen dejando por las noches los deberes hechos, nuestro cuerpo nos lo agradecerá.
Porque los clásicos nunca pasan de moda, deseemos los buenos días.
Formulando nueva dosis informativa