Somos únicos. Aprendimos sin ordenadores, nos desplazábamos sin cinturón de seguridad e íbamos a la playa sin protegernos del sol.  Aun así hemos sobrevivido y, como camaleones, nos adaptamos de forma casi instantánea  a toda esa vorágine de cambios que nos abruma en estos tiempos.

Ahora somos expertos en redes sociales, conducimos coches híbridos y no concebimos el momento playa sin el uso de algún fotoprotector.

Pero todo este proceso, que parece sencillo, requiere de algunas modificaciones que conllevan perdidas en el camino.

Nosotros, los del 1900, nos aferramos a estas pequeñas reliquias para no perder el norte y las usamos como brújulas; estas nos ayudan a encajar los cambios de la mejor forma posible.

A este respecto resucitamos vinilos, casetes y compact discs, recuperamos modelos de antaño para rellenar nuestro armario, leemos libros en papel o nos emocionamos al encontrar ese juego de mesa que estaba esperándonos desde hace demasiado tiempo en un cajón.

A Carlos por su 141/200

Formulando nueva dosis informativa