En el que todas las cosas eran maravillosas, no existían los problemas y la sinceridad era auténtica y genuina. Esos momentos que vivimos de niños son irrepetibles.
Con los años quien más quien menos va perdiendo todas estas cualidades, quedándose escondidas en un recóndito lugar, dando paso a otras “más adultas” que casi siempre nos hacen sufrir e incrementan nuestros problemas.
Aprendamos de los niños y recuperemos nuestros años mozos intentando en la medida de lo posible emular sus reacciones y formas de pensar; quizá con estos pequeños cambios consigamos vaciar la mochila que cargamos innecesariamente.
Al niño que todos llevamos dentro.
Formulando nueva dosis informativa