Cada persona es un mundo y con eso no descubrimos nada nuevo. A estas alturas todos tenemos claro que debemos protegernos del sol. La duda aparece cuando nos encontramos frente a la estantería de los solares.
Cremas, geles, geles-crema, espumas, fluidos, aceites, bifásicos; filtros físicos, minerales, químicos…un sinfín de alternativas que confunden nuestra capacidad de selección. Esta cantidad de posibilidades permite adaptarse a todo tipo de piel y todo tipo de personas. No vale en esta ocasión el “uno para todos”.
Si la recomendación es aplicarse el solar, todos los días de forma generosa y reaplicando el producto cuando sea oportuno siempre es mejor contar con alguno que nos sea fácil, cómodo y práctico. En caso contrario, simplemente no nos aplicaremos el producto.
Ahora bien como nos decantamos por uno u otro, para ello debemos probar y aquí es donde entra el juego de texturas. Muestras, probadores y asesoramiento profesional cuando hace falta, son cruciales para tomar la decisión correcta.
Nuestros hábitos y costumbres también pueden ayudarnos a la hora de elegir el protector más adecuado. La actividad física que realizamos, las horas de playa de las que disfrutamos o trabajar directamente al aire libre son motivos más que suficientes para tener en cuenta estas recomendaciones.
La piel es nuestra primera barrera defensiva, reforcémosla de la mejor manera posible. Tomemos el sol con precaución.
Formulando nueva dosis informativa.