Construir un botiquín es personal e intransferible. Hay tantos modelos como personas. Algunos productos pueden coincidir y utilizarse de manera conjunta pero otros son individuales y están prescritos e indicados solamente para una persona como tratamiento específico.
Si obviamos los medicamentos crónicos, es decir, aquellos que se toman diariamente y que por tanto tienen rotación, no pasan de fecha y siempre los tenemos a mano, el resto se queda olvidado en los cajones hasta que los necesitamos.
Es muy frecuente guardar las cosas por si acaso y no tan sólo medicamentos para consumo propio sino cualquier producto que compren o receten a toda nuestra familia. En definitiva, poco a poco vamos acumulando cremas, jarabes, comprimidos y demás.
La mayoría de las veces o no encontramos lo que se necesita en ese momento o si tenemos suerte está ahí pero tampoco lo podemos utilizar puesto que está inservible o caducado.
Es importante reciclar los medicamentos caducados y aquellos productos sanitarios que no utilicemos o estén en mal estado, por ello podemos dejarlos en cualquier farmacia donde lo gestionaran de forma adecuada.
Revisemos permanentemente nuestro botiquín para que sea realmente algo útil.
Formulando nueva dosis informativa